PORTADAS LLEI D'ART

34 COLECCIÓN PORTADAS LLEI D’ART 11 Año 7 – Núm. 11 – 2013 Oleg Sergeev Durmiendo / Sleeping, 2012 Óleo sobre lienzo / Oil on canvas 65 x 110 cm EL OCASO DE LA BELLEZA EN EL ARTE El arte se ha banalizado porque también la sociedad ha ido perdiendo su dignidad. La belleza en el arte no interesa. Tiene que ver con la nobleza y el realce, con la glorificación de la realidad, pero exige espiritualidad, conocimientos y buen gusto. Actualmente se prefiere lo revul- sivo, lo escandaloso, lo ordinario. Vivimos bajo la tiranía de lo soez, porque acapara mayores audiencias. El pueblo se aletarga a base de pan y circo en una sociedad avasallada por la mercadotecnia y donde no parece haber lugar para el latir espiritual que representa el arte para el hombre. El brutal mercantilismo –destructivo y letal para la belleza– ha poseído el arte así mal llamado contemporáneo, deshumanizándolo y convirtiéndolo en un producto industrial. Y lo más triste es el modo en que mucha gente ha comulgado con semejante despropósito, rindiendo pleitesía a lo banal y lo feo, y entrando al trapo de este teatro de la mediocridad y la decadencia de valores. El arte que actualmente lidera los mercados se ha vuelto contra sí mismo, arremetiendo contra sus propios principios. Se ha desnaturalizado. Venturosamente se avistan vanguardias latentes y silenciosas que avanzan lentamente sobre las brasas de una decadencia artística por cuyo fin algunos –no pocos–, nos conjuramos. La integran jóvenes creadores que aúnan todo lo que un buen artista debe tener: talento, gran formación y disciplina, muchísima disciplina. Han crecido en medio de este sinsabor que ha venido pringando los escenarios del arte desde hace ya demasiados años, y marcan tendencia. Nuestra portada representaba un guiño a lo clásico. The twilight of beauty in art Art has become banal because society has lost its dignity. Beauty in art is of no interest. It has to do with nobility and splendour, with the glorification of reality but it requires spirituality, knowledge and good taste. Nowadays there is a preference for the revolting, the scandalous, the uncouth. We live under the rule of the obscene because it attracts larger audiences; the populace has become lethargic with bread and circuses in a society at the mercy of marketing, where there seems to be no space for the spiritual heartbeat that art provides to man. A brutal mercantilism –destructive and lethal for beauty– has taken hold of so-called contemporary art (it barely deserves the name), de-humanising it and turning it into an industrial project. And the saddest thing is the way in which many people are taking part and buying into such nonsense, paying homage to the ugly and banal, and falling for the lies spun by this theatre of mediocrity and the decline in values. The art that currently leads the market has turned against itself, railing against its own principles. It has become perverted. Fortunately we can spy new clutches of phoenix-artists who are rising, silent and impending, from the ashes of an artistic decadence that some (by this I mean quite a few) of us had dreamt of. The renaissance is composed of young creators who bring together everything that a good artist should have: talent, education and discipline in spades. They have grown up in the midst of the tastelessness that has impregnated the art scene over the last few years, but now they are setting trends. We could soon be speaking of a rebirth…