LIBRO - CATÁLOGO HAITZ DE DIEGO

11 THE VISION - Haitz de Diego das una y otra vez, como esas ilusiones a las que muchos mortales recurrimos cuando buscamos un atisbo de relajación ante una situación que se nos antoja tensa o angustiosa. Un recorrido a través de cualquiera de sus pintu- ras y colecciones nos muestra, a primera vista, una cuidadosa pero restringida paleta de colores que, a modo de preparación física, predispone al espectador: invita a su percepción a trascender la realidad y transitar a través de espacios no ob- jetivos, a veces incluso en contradicción con todo lo conocido o visto; a desafiar la razón para en - trar en un contexto donde impera la percepción sensorial; una suerte de «metaverso» artístico. Devoto de los recursos que ofrece el claroscuro, nada accesibles a la mayoría, trabaja con destre- za la delicada gradación de tonos para mostrar lo que busca expresar, algo que por cierto resuelve pictóricamente con facilidad y acierto. No es de extrañar por lo tanto que sus obras casi nunca se limiten a mostrar una realidad; buscan provocar conmoción, y desde luego que lo logran. No quiero dejar de insistir en el color, que en gran parte de la obra de Haitz tiene una fuerza monu- mental. Esa fuerza también reside en la falta de color, lo cual no deja de ser algo paradójico. Y es que el color es un medio que ejerce una in- fluencia directa sobre el alma (...) y la armonía de los colores debe basarse únicamente en el prin- cipio del contacto adecuado con el alma humana, como bien aseveraba Vasili Kandinsky ( De lo es- piritual en el arte ). En muchos de sus lienzos es fácil comprobar que el artista no se ciñe a las formas, porque hacerlo implicaría delimitar espacios. Sus composiciones, por tanto, o gran parte de ellas, muestran un de- licado grado de imprecisión formal que les aporta volatilidad y un interesante aroma abstracto que con frecuencia resuena y emerge para reclamar y acaparar el espacio, pretendiendo desplazar in- cluso a la propia forma. Aun así, la elección de la forma que protagoniza la imagen es ingeniosa y sagaz; todo un reto hacerle sombra. Habitualmente el espectador, ante la obra, per- cibe conscientemente la parte más física de la representación artística; curiosamente, es su subconsciente el que recibe la mayor impacta- ción psicológica, aunque para ello sea imprescin- dible contar con la predisposición necesaria para

RkJQdWJsaXNoZXIy NzgyNzA=