ANTONIO DÍAZ GARCÍA - ESCULTURAS
doblegan la rigidez hasta hacer del hierro un elemento maleable de la naturaleza. Porque la escultu- ra de Antonio Díaz es, a un tiempo, telúrica y aérea. Tiene raíces y vuela; nace de la tierra, pero se desprende como una crisálida y él le pone alas para que se mantenga como un sueño con vocación de eternidad: el mineral como una mariposa, efímera y eviterna, que se eleva y se suspende en la majestuosidad de su ingravidez. Alto, fuerte, manchego-catalán, sonríe, agacha la cabeza y tira hacia delante, porque espera llegar. Diríase un coloso de seda, capaz de doblegar el hierro, entre megueces y golpes que modulan. Tie- ne las manos ásperas, callosas, de escultor; cabeza de constructor de estructuras, que deambulan y se deltifican, como “ una rama de ríos tatuados en la luna ”, que cantó Pablo Neruda, en su “Canto General”, bajo la adscripción de su Molusca Gongorina. Pareciera tosco, pero es fuerte, intenso, re- cio, bravo, suave, lene, como un magnífico oxímoron en el que se abrazan el fuego y el hielo, la luz y la oscuridad, la sal y la sed, el desierto y el vergel. Uno ve al hombre de la boina y no piensa en el artista –hoy el artisteo ha devaluado la imagen del constructor de signos y formas que convocan pensamiento–. Pero, se habla con él y entonces todo cambia, porque no hay personaje, sino persona, tal cual, sin disfraces ni dilemas, con la sencillez de un hombre que pisa el suelo, aunque esté per- manentemente intentando mirar al cielo. ¡Patrón y obrero a la vez! Su cabeza dirige, pero antes de que las manos actúen, las órdenes pasan por el corazón y entonces se inicia la diástole que arbitra la jerarquía de su anárquica construcción. Y comienza a sentir formas que desconoce, estructuras aéreas que tienen sus raíces en el viento, pero que se hincan en la tierra. Escultor terroso que quiere despegarse de la tierra, que recuerda a aquella metáfora de Neruda cuando, en sus memorias, dice que Miguel Hernández tenía “ cara de patata recién sacada de la tierra ”. El herrero que hace útiles, objetos y continentes que sirven al progreso, al negocio de pervivir, pro- gresa poniendo en vuelo al hierro, torsionando vástagos, haciendo elementos que no tienen utilidad, si no es para el espíritu. Cuando hace lo que sabe no resulta lo mismo que cuando hace lo que des- conoce; es el principio del arte: buscar dónde no sabemos. Y es lo más dificultoso, lo hechicero. El mejor arte siempre es un invento. Para Bob Dylan, “ la gente no hace aquello en lo que cree, hace lo más conveniente y luego se arrepiente ”. No podía no tener razón este poeta recóndito y cantor. Impera lo que conviene, pero de tal manera que crea formas de comportamiento erróneo. El hombre debe hacer aquello en lo que cree, porque le salvará. No con significado religioso, sino soteriológico. El mismo Dylan asegura: “ Haz lo tuyo y serás el rey ”, porque haces aquello en lo que crees. Como hace AD cuando busca libélulas entre el hierro candente y espliego y miel en el acero. AD no es una vocación tardía, sino profunda, antigua, algo que siempre ha ido con él. Quiso, en su juventud, dedicarse al arte, pero tuvo que buscar primero la comida; en la posguerra, en parte alguna ataban los perros con longaniza, y en plena Mancha, mucho menos. De su Tomelloso natal tuvo que emigrar, pro pane lucrando , pero el sueño del arte no lo abandonó ni una noche, ni un lubricán. Y ahora, en su madurez, le obsesiona, con hambre insaciable. El mérito no es soñar, aunque debería ser una exigencia; el valor del ser cobra sentido cuando es capaz de realizar sus sueños, cuando tiene ideal de conquista. Lo dice Pessoa, por boca de su heterónimo Álvaro de Campos, en su famosa e impresionante “Tabacaria” de 15 de enero de 1928: “ O mundo é para quem nasce para o conquistar/ E nao para quem sonha que pode conquistálo, ainda que tenha razao ”. El filósofo francés, André Comte-Sponville (La Vanguardia 11.IV.11), en la presentación de su libro “El placer de vivir”, afir- ma que “ nos ha tocado vivir en la sociedad desorientada ” y esto hace que lo más dificultoso sea
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NzgyNzA=