ANTONIO DÍAZ GARCÍA - ESCULTURAS
de sombras y luces donde reina, como un gigante en un relato fantástico y desconocido. ¡Un titán de rocío y amanecer! Veía como observaba sus obras, sin disimulo, en las que hay soles minerales y metales que fueron ascuas del sol; ráfagas y cometas, haces de líneas, lumbre y mandrágoras, símbolos y signos, calor del sur que en el norte se mineraliza. Soles que se resquebrajan dibujando árboles y ramajes donde anidan los sueños. Antonio tiene muchos soles en sus ojos que se posan y se imbrican en sus piezas. ¡Cómo no va a tener soles, él que es grandullón y canducho, si como dice Antonio Porchia, en “Voces”: “ Hasta el más pequeño de los seres lleva un sol en los ojos ”! Luego de la inauguración de Alpicat, hubo una cena, y contó algunas cosas, siempre aureolado por un ampo de respeto, moderado, incluso de desprotección, de debilidad. Le costaba no ser sincero, hablaba de su trabajo diario y del descanso que le suponía su obra, donde se divertía sin rendir cuentas a nadie mas que a sí mismo. En su taller de forja y cerrajería, se mantiene de construir elementos metálicos de uso industrial, pero vive por la ambición que el sentimiento del arte le procura. Con un lenguaje plástico que lidera formas, o las inventa, que se quieren fundamentales en el tiempo. Una constante aspiración a la ex- celencia, con decepciones y momentos de lucidez. No todo el que manipula las formas es artista. Ni todo artista es inocente. Los cantos siempre lo son, porque se convierten en melodía de los mensajes de los dioses. No todos los creadores son titanes. Es rara esa coincidencia de la inocencia, la fuerza y la magia de iluminar con la materia trascendiéndola. ¿Y qué es la excelencia en arte? No pintar bien o esculpir con aliño decoroso, sino decir con claridad, con ángel, la propia particularidad, al margen de lo que conviene. “ Es bueno descubrir que estás equivocado cada vez que tienes razón ”, sentencia el guitarrista y productor Phil Manzanera, “el magnífico”. La música de la fragua, con su perfume ancestral, ha sido desplazada por el sonido de las máquinas, pero igualmente saltan chispas, haces de fuego que alumbran el dominio de la materia tras su manipulación. Y los golpes del martillo, que
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