AATIENZA

7 el efecto de la línea en el diseño. Atienza viene a reflejar, de un modo muy actual, el proto- tipo del artista renacentista, un hombre de cultura enciclo- pedista cuyo ámbito de conocimientos siempre era supera- do por su sed de sabiduría. Es precisamente en base a ello, muy probablemente, por lo que Atienza se confiesa un admirador de los primeros impresionistas. El estudio de la vida y obra de artistas tan relevantes como Monet o Renoir, dejó una profunda huella en su trayectoria artística: “Transformaron el arte” afirma, con la mirada lle- na de luz. Curiosamente, fue un joven postimpresionista, Van Gogh, quién realmente impactó de lleno –con su estilo innovador y rompedor, en la obra de Angel, quien terminó mezclando en su pintura conceptos de tildes impresionistas y cubistas –legado esto último de su admiración hacia Picas- so. Y es justamente esta armónica y hábil combinación lo que concede a todas sus creaciones una marca única. Durante casi dieciseis años, entre 1960 y 1976, se encarga el entonces joven artista del diseño y ejecución de diferen- tes obras murales y vitrales por todo el territorio español, aunque muy especialmente en su capital, donde aún hoy podemos disfrutar de algunas de sus obras más originales, como los mosaicos artísticos del Monasterio de Valvanera en La Rioja, los 42 metros cuadrados de vitral de la capilla de la Facultad de Ciencias Geológicas de Madrid, la iglesia de las Padres Claretianos de León o la de Nuestra Sra. de Fátima en Cáceres, por citar sólo algunas de ellas. Precisamente entre estas sus primeras aproximaciones a lo que posteriormente se convertiría en su más poderoso baluarte, podemos descubrir tímidas experimentaciones mezclando técnicas y materiales en ese su proceso de evo- lución y autoaprendizaje permanente en busca de la per- fección expresiva. De algunos de sus más vanguardistas trabajos de aquel entonces decía el galerista Jean Jacques Rottenburg, con motivo de la descollante inauguración de su galería en la madrileña calle de Almagro con una exposición individual del artista, donde expuso 48 obras en vidrio-color, algo to- talmente novedoso en aquella época: “Sus obras son una auténtica búsqueda de algo que no sabe lo que es” Es también en esta etapa cuando Atienza –a punto de en- trar en la que sin duda alguna sería una de las épocas más fértiles de su existencia- crea obras pictóricas de una sin- gular abstracción, aunque lamentablemente la mayoría de ellas no han sido catalogadas. Sin embargo, fue su estancia en Sudamérica, donde residió durante casi veinticinco años, lo que realmente produjo la gran metamorfosis que marcaría profundamente toda su producción artística. S U D E S A R R O L L O 1972 - El artista en una foto de archivo de prensa con motivo de la presentación de la inauguración de su exposición de piezas realizadas en vidrio de color. Galería J. J. Rottenburg. Madrid.

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