AATIENZA

5 Su desarrol lo Descubriendo caminos Esta etapa da comienzo en un indeterminado período de tiempo durante el que Angel, en pleno auge de su carrera deportiva como jugador del Real Madrid, no puede evitar aprovechar todos y cada uno de sus desplazamientos inter- nacionales, para saciar su curiosidad artística, ampliando sus conocimientos y dejándose ver por exposiciones, even- tos y certámenes que le ayudan a encarrilar el inicio de su trayectoria y a confirmarse como artista plástico. Aunque ya había estudiado pintura en la escuela de artes y oficios de Santiago de Compostela, donde se trasladó con su familia en 1940, siguiendo esos precoces instintos artís- ticos que venía desarrollando desde muy niño, fue necesa- ria la confrontación con otras estéticas y puntos de vista artísticos lo que realmente le condujo a descubrir lo que se convertiría en su gran estandarte expresivo: el vitral de hormigón. Pintor, en sus primeras facetas, de piezas figurativas de gran realismo, y apasionado de los murales, es en 1958, con motivo de su visita a la Exposición Internacional de Bélgica, donde Angel queda impactado con algo que significó todo un vuelco en sus hasta ahora aproximaciones a diferentes modos de expresión. En el pabellón de Francia –uno de los países que mejor papel desempeñó en su difusión históri- ca por toda Europa-, pudo el artista encontrarse frente a frente con una muestra espectacular de lo que venía a re- presentar toda una evolución técnica del vitral, un elemen- to decorativo, propio de construcciones arquitectónicas y, muy especialmente unido a catedrales y templos, donde competía en protagonismo con pinturas, tapices y murales, quedando muchas veces relegado a un segundo plano. Encomendado desde siempre a maestros vidrieros, el vi- tral no comenzó a resurgir hasta que algunos artistas pic- tóricos, esencialmente italianos en un principio, vinieron a sustituir al artesano, otorgándole al vitral una categoría que hasta entonces no había experimentado nunca. La búsqueda de la luz, constante de todo artista, encontra- ba en el vitral un magnífico recurso, donde el simbolismo, mediante una diestra combinación de formas y colores, se vestía de gala, ofreciéndosele al artista-creador como téc- nica expresiva abierta al derroche imaginativo. La luz se erigía imponente, como el auténtico sentido del vitral, ju- gando con transparencias y recreando ambientes que tras- pasaban lo plástico para invadir planos intangibles dentro de la percepción del espectador. Quizás fue por ello por lo que el vitral sustituyó tantos y tantos cerramientos de construcciones arquitectónicas destinadas al culto, dejando entrar la luz, y, tras descom- ponerla en mil y una tonalidades, producir el efecto desea- do, un efecto policrómico de infinitos matices y multitud de posibilidades. Es entonces cuando Atienza se obsesiona en la búsqueda del color “no inventado”, persiguiendo con ello multiplicar las ya de por sí múltiples posibilidades ex- presivas que el vidrio de color le regalaba. Es una época marcada por un gran dinamismo creador y un estructurado trabajo en equipo, encabezado por el entusiasmo de un joven Atienza empeñado en extraer de cada material todo su potencial expresivo, recreando formas espaciales tan variadas como reveladoras. Este hecho, sin embargo, no pasó desapercibido a los crea- dores más vanguardistas, que comenzaron a incorporarlo dentro de sus esquemas, como elemento arquitectónico de extraordinario valor y potencial, pero esencialmente innovador, por lo que el vitral se introdujo dentro de las obras civiles, experimentando un gran auge y popularidad. Fue muy posiblemente esa transparencia y ese juego que el vidrio permitía, uno de los poderosos atractivos que lle- varon a Atienza a marcarse el objetivo de poder conquistar ese extraordinario elemento creativo y arquitectónico que tenía al color como esposa y a la luz como amante. Porque es precisamente en los años cincuenta cuando el vitral experimenta un notable avance en cuanto a su desa- rrollo técnico, con la incorporación de un nuevo material. El vitral de hormigón, surge con la fuerza innovadora que la incorporación de un material tan opaco y gris como el hormigón podía representar. Su incorporación, aunque un tanto chocante en sus principios, proporcionaba un efecto final realmente sorprendente, resaltando el cromatismo del vidrio y creando un nuevo reto al artista: el de tener que conseguir recrear el impacto visual deseado a pesar de la implacable rigidez del cemento armado. Lo que hasta ahora no era más que un experimento con

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